PROCESO DEL ACTO HUMANO



El acto humano es el resultado de un proceso en donde juegan un papel importante la inteligencia y la voluntad.

Este proceso ilustrado queda así:

Inteligencia Voluntad

* Conocimiento del bien * Intención

* Deliberación * Elección

Ejecución

PASOS DEL PROCESO.-

Cuando el hombre conoce algo y lo cataloga como bueno surge el deseo.

El deseo sólo será efectivo si el hombre comprende que es posible realizarlo. Entonces, mueve su voluntad en un acto espontáneo de tendencia, de intención de poseer el objeto (que es un bien).

Después, la inteligencia se da a la tarea de pesar los pros y los contras, es decir, delibera.

Es el momento en que se ven los diversos caminos que se pueden seguir. En muchas ocasiones es necesario reflexionar seriamente, consultar libros o personas para que nos ayuden a ver las cosas con más claridad, considerar todos los aspectos y alternativas de acción hasta llegar a la conclusión:

“Esto debe ser hecho aquí y ahora”, o “esto no debe hacerse aquí y ahora”.

La elección es uno de los momentos de mayor relevancia en el proceso del acto humano, porque se acepta una de las alternativas y se rechazan las demás.

Por último, la voluntad, guiada por la inteligencia, usa los medios para llevar a cabo la decisión, es decir, se ejecuta el acto.

Conclusión:

Podemos establecer que un acto humano éticamente, está constituido por:

La inteligencia A través de la cual el hombre conoce

el bien que se propone a la voluntad

Constitutivos

Éticos La voluntad Mediante la cual el hombre tiende al

del bien.

Acto humano

La libertad Por la que el hombre puede ejecutar

o suspender el acto.

LA LIBERTAD.-

Varias jovencitas conversan frente a la puerta de su escuela:

Vámonos a Chapultepec - dice Elena - Hay un sol esplendoroso.

No, yo prefiero quedarme - comenta Marta - Tengo clase de Biología.

Todas tenemos clase de Biología, pero realmente se antoja salir a pasear - apunta Angélica -. Yo, aunque me muera de ganas por ir, no puedo porque mi papá trabaja aquí enfrente. No quiero ni pensar en lo que me esperaría si no entro a la escuela, y él se enterara.

Uy, qué miedosa eres -dice Elena- Que no vaya Lulú, que está en cama, lo entiendo. Pero ustedes dos no van porque no quieren. O qué, ¿no son libres?

Precisamente por eso me quedo - responde Marta -.Soy tan libre de quedarme, como tú de irte a pasear. Así es que me apuro porque no quiero perder la explicación de la práctica. Adiós, que se diviertan.

Este ejemplo que se repite a diario en muchas ocasiones y bajo diferentes circunstancias nos hace reflexionar acerca de nuestra libertad: ¿hasta qué punto somos libres?

El problema de la libertad ha ocupado la atención de muchísimos hombres. Todos en algún momento nos hemos preguntado lo anterior. Se han escrito infinidad de libros acerca del tema y ha sido el centro de discusión en muchísimas ocasiones. Pero, ¿qué es la libertad?

Recordemos lo visto en la secuencia anterior:

La libertad es una cualidad de la voluntad.

Tiene, como condición necesaria, la deliberación.

Siempre elegimos un bien (lo cual supone la renuncia al bien que no elegimos).

En suma, podemos decir que la libertad es:

La cualidad de la voluntad, gracias a la cual (cuando todos los requisitos para actuar están presentes) podemos actuar o no actuar, hacer esto o aquello.

Por la libertad, elegimos un bien con preferencia sobre otros bienes.

Para comprender mejor la problemática habrá que distinguir varios aspectos en la libertad, tales como:

1.- La libertad de querer.

2.- La libertad moral.

3.- La libertad externa o de acción.

La libertad de querer, también llamada libre albedrío, consideramos que consiste en la capacidad de autodeterminación que tiene cada hombre. Así, en el ejemplo de las jovencitas, cada una se autodeterminó a querer ir a Chapultepec o quedarse a la clase de Biología.

Esta capacidad radica en lo más íntimo de cada uno, y gracias a ella somos dueños de nosotros mismos.

La libertad moral consiste en la ausencia de obligaciones morales. Y significa: a medida que aumentan nuestras obligaciones morales, la libertad moral disminuye.

Por ejemplo:

Un maestro no tiene libertad moral para no dar clase a sus alumnos (aunque quiera hacerlo), porque tiene obligación moral.

Si una persona me confía un secreto que yo prometo guardar, aunque pudiera divulgarlo, no tengo libertad moral para ello.

Si un joven se compromete a guardar fidelidad a una chica, no tiene libertad moral para serle infiel.

Una persona no tiene libertad moral para robar, difamar o asesinar a otra persona, porque tiene obligación moral de respetarla.

Nos podemos percatar de que a medida que disminuye la libertad moral, más calidad moral adquiere la conducta de la persona. Y por el contrario, si permitimos que nuestra libertad moral crezca sin control, caeríamos en el libertinaje, pisotearíamos las leyes y violaríamos nuestros compromisos y promesas.

Mientras que el hombre limita su libertad moral, al adquirir compromisos y obligaciones, la libertad de querer se fortalece, ya que ésta es la que elige esos compromisos y obligaciones.

Tanto la libertad de querer como la libertad moral dependen del hombre.

La libertad externa o libertad de acción, en cambio, no depende exclusivamente de la persona, pues consiste en no tener impedimentos materiales para ejecutar una acción.

Así, un hombre que está en la cárcel tiene libre albedrío, y por lo tanto, puede querer hacer lo que le plazca, pero no tiene libertad de acción de hacerlo efectivamente.

Aún cuando casi a todos nos parece evidente que el ser humano es libre, existen, sin embargo, muchos que niegan la libertad. Considerando que la libertad es la capacidad que tiene el hombre de autodeterminarse, aquellos que niegan la libertad, lo hacen porque consideran que:

No es el hombre el que se determina a sí mismo, sino que está determinado por diversas causas.

Existen determinismos de varios tipos:

Teológico

Metodológico

El determinismo teológico, consiste en afirmar que Dios es la causa de cada uno de nuestros actos y dado que conoce presente, pasado y futuro, ya sabe lo que ocurrirá. La libertad no es más que una ilusión.

El determinismo metodológico consiste en afirmar que dentro de un campo específico existen fuerzas de distintos tipos, que rigen y determinan la conducta del hombre. Por ejemplo:

La fuerza de las costumbres, de la sociedad o del ambiente social (determinismo sociológico)

Las motivaciones inconscientes, especialmente de tipo sexual (determinismo psicológico).

Los instintos biológicos, el funcionamiento glandular (determinismo biológico).

Las leyes naturales, como la de la conservación de la energía (determinismo físico).

En fin, hay una serie de argumentos que tienen por objetivo negar la libertad (en mucho depende de la posición metafísica que se sostenga), pero en cambio hay también una buena cantidad de motivos que apoyan y fundamentan la existencia de la libertad; éstos son:

1.- La conciencia que tenemos de nuestra elección.

2.- La existencia de leyes morales y civiles.

3.- La tendencia de la voluntad al bien.

La conciencia que tenemos de cada elección que realizamos: estamos convencidos de la existencia de varios caminos, y depende de nosotros el optar por uno u otro. En estas circunstancias antes de cada elección experimentamos dudas e inquietudes, pero después de la elección experimentamos satisfacción si esa elección fue buena o remordimiento si fue mala y pudo corregirse a tiempo.

La existencia de leyes morales y civiles implica una aceptación general de la libertad, pues:

Si las leyes no se violan, porque el hombre está determinado a actuar de tal o cual manera, ¿para qué promulgarlas?

Si el hombre está determinado a violar las leyes, ¿no sería injusto castigarlo cuando eso sucede?

Si el hombre no tuviese libertad para actuar conforme cada uno quiere hacerlo, las leyes serían absurdas.

Por último, se puede agregar una prueba que tiene su base en la Metafísica: la voluntad tiende al bien (como la inteligencia tiende a la verdad). Si la voluntad se encontrara ante un bien absoluto, quedaría determinada por él y no tenderá hacia ningún otro bien. Es un hecho, sin embargo, que el hombre se encuentra ante bienes particulares que no lo determinan. Por lo tanto, es el hombre quien debe autodeterminarse hacia algunos bienes particulares, al que prefiere por encima de todos.

Si optamos por negar la libertad, las leyes serían absurdas; nadie sería responsable de sus actos y no podríamos hablar de orden moral. Si aceptamos que el hombre es libre reconoceremos sus facultades, su dignidad y por ende, su autodeterminación hacia los bienes que elige como dueño de sí mismo.

Sin embargo, al aceptar la libertad, en base a éstas y otras pruebas, habremos de reconocer los límites de la libertad:

1.- La libertad moral, como habíamos señalado antes, se encuentra limitada por las leyes morales y civiles, y todo lo que implique obligación moral: promesas o compromisos. Si no se respetan los límites de la libertad moral, se cometen abusos que desequilibran el orden moral.

2.- La libertad externa está limitada por las leyes físicas. Por ejemplo: no puedo, aunque quisiera, volar por mí mismo; atravesar paredes con mi cuerpo o estar físicamente en dos lugares al mismo tiempo.

3.- La libertad de querer o libre albedrío puede limitarse por:

3.1. La ignorancia: para querer algo es preciso conocerlo. Por ello, si no conocemos las alternativas de elección, es decir, los diferentes bienes a los que podemos tender, no podemos hacer una elección auténtica.

Ejemplo:

Un médico quiere curar a un enfermo, pero no conoce el tratamiento a seguir y por lo tanto, no puede hacerlo.

Quien desea elegir una carrera profesional y no conoce más que tres de entre todas las posibilidades, tiene un limitado campo de alternativas.



En muchos casos la ignorancia es culpable cuando no se sabe lo que se debería saber.

Pero en muchos otros casos nuestra ignorancia no es culpable. De una u otra manera, el ignorar las posibilidades de acción que tenemos limita nuestra elección.

El miedo: en muchas ocasiones también nos llega a ofuscar, sobre todo en casos extremos (pavor, pánico), impidiéndonos ver con claridad nuestras posibilidades reales de acción. Por ello, es importante lograr nuestro autocontrol en situaciones normales, para que frente a la amenaza de un peligro inminente, ejercitemos nuestro libre albedrío.

Quien siempre reflexiona antes de tomar decisiones y delibera y es dueño de sí en situaciones normales de la vida diaria, es muy probable que frente a una situación difícil mantenga el control de sí mismo y pueda elegir adecuadamente. Muchas acciones heroicas ponen de manifiesto el autodominio y la autodeterminación de la persona, aun frente a circunstancias amenazantes.

Las enfermedades psíquicas: presentan como uno de sus síntomas el tratar de eludir responsabilidades y limitan de manera notable el libre albedrío.

Resumiendo:

Si bien nuestra libertad no es ilimitada, sí tiene amplísimos horizontes de acción. La libertad se incrementa a medida que la persona ejecuta más actos humanos, elige cada momento de su vida, decide lo que ella misma quiere hacer, delibera para elegir un bien y hace suyas las leyes y obligaciones. La libertad, pues, se conquista a medida que se ejerce, no como si fuera un instinto ciego, sino como lo que es: una cualidad propiamente humana.

fuente: http://html.rincondelvago.com/etica_19.html

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Hola mi Nombre es Yenny soy Estudiante de Administracion de Empresas este es un Blog sobre Etica,Espero les Sea de Ayuda en sus Investigaciones Gracias.

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